lunes, 6 de agosto de 2012

La labor que cumple una pareja de profesores en la Antártica

FUENTE : EL PINGUINO

Dos docentes son los encargados de enseñar a niños y niñas todos los contenidos, ante un clima que habitualmente alcanza los 30 grados bajo cero.
En el último lugar del mundo los profesores Carlos Cifuentes Figueroa y Priscila Durán son los encargados de enseñar a ocho estudiantes, quienes deben enfrentar condiciones climáticas extremas y recorrer parajes indómitos para llegar a clases.
El docente Carlos Cifuentes, valoró la oportunidad de trabajar al frente de esta escuela durante dos años. Explicó que el equipo está conformado por “dos profesores, Priscilla Durán, que es mi esposa y yo, que además ejerzo la función de director del establecimiento”.
Agrega que “vamos a cumplir dos años y ha sido un tiempo maravilloso, que siempre llevaremos en nuestra memoria. Agradecemos al Mineduc que confió en nosotros cuando postulamos para ser docentes aquí”.
Por su parte, Alejandro Cifuentes, de 6º básico, comentó que “a veces llegar al colegio es difícil porque hay mucha nieve y vientos fuertes, pero es lindo y único en la vida”. Agrega que especialmente le gusta “compartir con mis compañeros”.
Desde la Antártica, el director comentó que “se estudian las mismas materias de acuerdo al marco curricular nacional y la jornada de estudios es la misma, a pesar de que el día en invierno es más corto y por tanto la oscuridad nos acompaña mayormente. Sin embargo, tratamos de ofrecer a los estudiantes un ambiente de estudio similar al de una escuela en el continente”, dijo el docente.
A la Escuela Villa las Estrellas, que está emplazada en pleno territorio antártico, asisten ocho estudiantes, divididos en dos cursos multigrado, de primero a cuarto básico y de sexto a octavo año.
Al ser consultado por las diferencias que se viven de la Escuela Villa las Estrellas, en comparación con las escuelas del resto del país, el docente comentó que sin duda “algo distintivo del lugar donde está ubicada nuestra escuela, tiene que ver con el clima hermoso y hostil que nos acompaña cada día”. Agrega que “a veces no nos permite asistir a clases, o como sucedió este año nos arrebata el lugar donde realizábamos educación física, impidiéndonos realizar clases normales de esta asignatura”.
La cantidad de alumnos con que cuenta la escuela es una de las grandes, ya que al tener menos alumnos la educación que entregan es personalizada.
No obstante, una de las dificultades que enfrentan es que los cursos están formados por alumnos en distintos niveles. “El tener cursos multigrado, genera grandes dificultades en la enseñanza, dado que los niveles cognitivos son distintos y a veces las materias también lo son, por lo cual nuestros estudiantes deben esforzarse más, sobre todo los más pequeños para mantener un ritmo exigente, donde debemos cubrir una gran cantidad de contenidos”, explica Carlos Cifuentes.
Además, deben luchar contra el aislamiento, “el estar alejados de nuestros seres queridos y de la civilización, los niños extrañan mucho a sus amigos y familiares y, claro, el calor del sol”, asegura.
En tanto que las ventajas que ofrece el lugar “están dadas por el respaldo de la fuerza aérea y el número reducido de estudiantes, que nos permite atenderles mejor, aunque siempre desarrollando en ellos independencia, a fin de que luego de dos años cuando regresen a sus hogares y nuevos establecimientos educacionales, ellos puedan desenvolverse con normalidad”, puntualizó.